En un estudio publicado en la revista ‘PLOS ONE’, investigadores franceses usaron un microscopio para examinar cómo se alimentan de sangre los mosquitos. Lo que suponíamos que era una estructura rígida, ya que tiene que introducirse en la piel como una aguja (la llamada probóscide de los mosquitos), en realidad es flexible y se compone de varias partes que perforan la piel y luego se extienden.